21 de febrero de 2011

Despierta

Oh, vamos. ¡No podía elegir momento más oportuno para despertarme! ¿Acaso he estado ciega todo este tiempo? Parece que sí. Simplemente no podía ver, o no quería ver la realidad. ¡Simple! ¿Porqué me había forzado tanto en convencerme a mi misma de que todavía había una esperanza? Claro que no la había. ¿Para qué remar en dónde no hay agua? ¿Para qué buscar lo que no existe? ¿Para qué fomentar mis sueños inalcanzables? Pero desperté. Y aunque hubiese preferido con toda mi alma, siquiera tener que caer en la pesadilla, solo me queda recordar todo, con el mayor amor posible. Porque es inevitable para mi débil alma, seguir aferrándome a ésto.

17 de febrero de 2011

D esesperada

Es realmente patético, despertarme sonriente pensando en que queda poco para dormirme otra vez. Es tanta la ansiedad que quisiera simplemente no volverme a despertar y quedarme así para siempre. Supongo que después de tanto cavilar, descubrí que la salida era alcanzar el único estado de inconsciencia saludable que conozco: dormir.

Pero la mejor parte es, sin duda, verlo a él.

Al principio en realidad eran pesadillas y lejos de despertar sonriente, ni bien abrir mis párpados sentía la almohada húmeda y mis ojos hinchados. Debo admitir que es la primera vez que lloro dormida. Las primeras noches fueron infernales debido a que, primero, no podía conciliar el preciado sueño con las lágrimas rodando sublimes en mis mejillas junto a ése agudo dolor escociéndome en el medio del pecho y segundo, soñar que me quería era la mentira más cruel que podía existir. ¿Acaso mi mente no me torturaba lo suficiente en el día como para también, horrorizarme en la noche? Definitivamente, era una tortura soñar con él, hasta que ayer comprendí que era lo único que podía tener. Solo en ése mundo impropio e irreal es cuando puedo volver a tocarlo, cuando puedo volver a hacerlo real para mi. Aplaudí con fervor en mi interior a mi cerebro suicida cuando descubrí que podía forzar mi inconsciencia al máximo y ésta me dejaba sentir ese inexplicable y satisfactorio instante cuando me envolvía en un abrazo y sus labios cálidos se aprisionaban sobre los míos. ¡Benditas sean mis pesadillas! Si pudiera encontrar una manera de soñar para siempre, sin pensarlo dos veces lo haría. Tampoco puedo en realidad adjudicarme el cartel de "Señorita Superación 2011" porque solo pude tomar esta actitud hace unas horas y aunque tengo toda mi fuerza puesta en la esperanza de que quizás pueda mantener esta actitud por el mayor tiempo posible, no me aseguro nada ni a mi misma. De igual manera, cualquier cosa es mejor que ahogarme en ése vacío indescriptible que me tuvo presa durante días. Sentía haber echado raíces a mi cama y simplemente estaba arraigada a ella. Mis brazos no me respondían y ya la fuerza no me era suficiente como para presionar a mis ojos para guardarme las lágrimas otra vez más. Lo único que pude conseguir fue abrazarme a mi misma, haciendo fuerza sobre mi pecho, creyendo así que podía mitigar el dolor. No era la actitud más prudente porque ningún dolor desaparecería por mucho que me abrazara a mi misma, pero mi cerebro no daba para más, ni mis ojos podían ver nada que no fuera ése gris que me empañaba los ojos. Creí haber sufrido la pérdida antes, pero nada de lo que viví es comparable a ésto. Absolutamente nada.

Era como si un mar de negrura me hubiese tragado.  Me sentía envuelta en una oscuridad que nunca había visto antes, a punto de ahogarme por olas que iban y venían llenando mis pulmones de dolor pero con el espacio suficiente como para que corriera un poco de oxigeno. ¡Debería haber muerto allí mismo! ¿Y cómo es que no moría todavía? Dolía tanto respirar, que ya no quería hacerlo. Sin embargo no podía cerrar los ojos y dejar de sentir. El dolor no iba a desaparecer fácilmente y tendría que aceptar que, él no iba a volver. No al menos la versión de él que yo tanto amaba.