21 de febrero de 2011

Despierta

Oh, vamos. ¡No podía elegir momento más oportuno para despertarme! ¿Acaso he estado ciega todo este tiempo? Parece que sí. Simplemente no podía ver, o no quería ver la realidad. ¡Simple! ¿Porqué me había forzado tanto en convencerme a mi misma de que todavía había una esperanza? Claro que no la había. ¿Para qué remar en dónde no hay agua? ¿Para qué buscar lo que no existe? ¿Para qué fomentar mis sueños inalcanzables? Pero desperté. Y aunque hubiese preferido con toda mi alma, siquiera tener que caer en la pesadilla, solo me queda recordar todo, con el mayor amor posible. Porque es inevitable para mi débil alma, seguir aferrándome a ésto.

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