Es como estar caminando sobre un caminador. Si, exactamente igual. Empleando tu energía, poniendo todo tu esfuerzo, cansándote y sin llegar a ningún lugar. Es caminar, caminar y caminar. Tropezar de vez en cuando, y seguir caminando. Pero siempre en el mismo sitio, sin avanzar un ápice, viviendo como si fuera en una utopía, que con cada paso, más lejos estás. Es vivir con la frustración de no poder satisfacerte a sabiendas de que tampoco él está satisfecho.
Es ir perdiéndolo de a poco.
Estirar las manos y querer tocarlo;
y saber que está fuera de tu alcance.
Es ir saboreando la pérdida, con ése deje de amargura que se pega lentamente a la garganta.
Y ése dolor en las noches que se posa suavemente en tu cabeza, y no te deja dormir.
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